La semana pasada fue la primera semana de este año en la que no posteo nada en mi blog, y la razón del por qué es simple: VA-CA-CIO-NES.
Quizás la mayoría se está imaginando unas vacaciones en la playa o en algún otro lugar explorando los alrededores; pero los detendré antes de que su imaginación vuele. Decidimos tomarnos unas vacaciones en casa.
Mi esposo había estado trabajando mucho y yo honestamente me sentía cansada de la rutina diaria, como bien lo mencioné en mi post de “Cuando la rutina se vuelve predecible”. Por lo que él decidió pedir una semana de vacaciones, aprovechando que su cumpleaños caía entre semana, y yo decidí unirme y auto-aprobarme vacaciones.
¿Qué hicimos estando de vacaciones en casa?
Gran parte de las vacaciones fue festejar a mi esposo con mi familia, consentirlo el mero día y salir a cenar y luego otro festejo con su familia el fin de semana después de su cumpleaños. ¡Muchos festejos! ¡Muy merecidos dado que fue su cumpleaños número 30! ¡Cumpleaños súper especial!
Además de los festejos, tuvimos varios días de flojera máxima. Nos dormíamos muy tarde viendo series/pelis y nos despertábamos muy tarde por lo mismo, avanzamos mucho en la serie de Breaking Bad, tuve un día de leer todo el día mientras mi esposo jugaba videojuegos, un día vino una amiga y tuvimos tarde de café en el depa (¡día cool!).
Durante la semana fuimos un poco “yolo” en nuestra alimentación, pedimos pizza, comimos muchos quequitos (cupcakes), de repente papitas… En cuanto a mi rutina de ejercicio la dejé de hacer durante esa semana; normalmente me exijo hacer cosas por mi forma de ser, pero esta vez realmente quería estar sin preocuparme por qué cosa sigue de hacer en mi día y ¡lo logré!
¿Valió la pena?
Completamente. Hacía mucho tiempo que no me sentía así; estas vacaciones las sentí como aquellas que nos daban cuando teníamos vacaciones en la escuela. No sé por qué, pero así lo sentí. Y me gustó reencontrarme con ese sentimiento de hace tiempo.
Ambos logramos desconectarnos, nos dimos tiempo para dedicarnos a nuestros hobbies, pasamos más tiempo juntos (digo más porque mi esposo está de Home Office, así que pasamos todos los días juntos afortunadamente), logré estar tirada en la cama sin hacer na-da. Fue divertido, fue una experiencia diferente a lo que acostumbramos cuando decimos vacaciones. Pero creo que fue una decisión sabia.
Reflexión
Todos merecemos un descanso de vez en cuando. Normalmente asociamos el término de vacaciones con el hecho de salir a algún lugar, planear un viaje… pero desde que comenzó la pandemia, siento que esto cambió un poco.
Quizás tenemos este concepto de que necesitamos viajar para lograr desconectarnos y salir de la rutina, y estoy de acuerdo en que viajar ayuda ¡me encanta viajar cada que se puede!, pero también creo que se puede disfrutar de nuestro espacio diario para descansar y lograr esa desconexión que buscamos. Con esto no quiero decir que nunca tomaremos unas vacaciones fuera de casa, simplemente pienso que también está bien decidir quedarse en casa para recuperar energías.
Debo admitir que al final de la semana mi esposo y yo nos sentíamos un poco… ¿fastidiados de no hacer mucho? No sé si lo describiría así tal cual, era como que ya habíamos tenido suficiente tiempo de descanso y queríamos hacer algo más. Sin embargo, considero que esa sensación de “fastidio” pudo indicar que realmente logramos el propósito de estas vacaciones, ¿no? El tener una semana de descanso absoluto sin nada de qué preocuparnos.
Unas vacaciones son no tener nada que hacer y todo el día para hacerlo.
Robert Orben