El arte de no hacer nada

Historia sobre esta publicación

Este post fue uno de los primeros que escribí después de haber renunciado a mi trabajo. En aquella época me encontraba reflexionando sobre muchos temas, intentando ordenar mis pensamientos, cuestionando decisiones que tomé y tratando de encontrar nuevamente mi camino.

Es interesante regresar a los primeros posts que publiqué en Tarde de té porque me permiten recordar aquella «yo del pasado» que inició esta aventura de blogging (en gran parte influenciado por mi renuncia) y ver lo mucho que mi blog ha crecido y evolucionado con el paso del tiempo.

Si quieres conocer un poco más sobre aquella etapa en mi vida, te recomiendo leer Comenzando una nueva aventura: el inicio de Tarde de té y Renuncié a mi trabajo y, ¿ahora qué sigue?.

Mis pensamientos un viernes 29 de septiembre del 2021

Después de haber estado en un estrés constante por mi trabajo, ahora que soy libre, me he dado cuenta que “no hacer nada” ¡me es muy difícil! Y es que desde que estaba pequeña siempre he estado en distintas actividades.

Cuando era niña estaba en clases de ballet, gimnasia, natación, clases de música… en preparatoria, además de la escuela, me enfocaba en música más que nada. Luego, en carrera tuve aún más actividades; formé parte de un grupo estudiantil para impartir talleres de laboratorio a alumnos de preparatoria, ayudé a organizar los congresos de mi carrera, fui asistente de laboratorio, cumplía con mi servicio becario, de vez en cuando participaba en concursos y también, en mis primeros semestres, seguía en clases de música.

Crédito de fotografía: Matt Ragland en Unsplash

Todas estas actividades formaban parte de mi día a día sumado al denominador común de las escuelas: tareas, proyectos y “trabajos en equipo”.

Después de graduarme comencé con mi búsqueda laboral (un proceso bastante complejo) y mientras encontraba algo llené mis días de cursos en línea para seguir aprendiendo cosas nuevas, una rutina de salir a caminar por las mañanas, leer… esto para mantenerme en movimiento y no quedarme simplemente en mi cuarto esperando a que los días transcurrieran.

Como he comentado en mis anteriores posts, estoy en un momento de transición y ajuste sin trabajo formal. Me encuentro en una etapa de mi vida para reencontrarme conmigo misma y ver qué camino quiero tomar. Y para esto, necesito momentos de reflexión en los que quizás signifique “no hacer nada”.

Crédito de fotografía: Liza Summer

Tan solo en el segundo día oficial sin trabajo, me sentía inquieta, ansiosa y quizás incluso estresada al “no tener” algo específico qué hacer.

Sé que debo descansar y recuperar energías porque mis últimos meses en el trabajo fueron realmente agotadores, pero la idea de “no hacer nada” me inquieta, es como un: “¿cómo voy a estar sin hacer nada?” (léase como pregunta/exclamación interna).

Y bueno, debido a esto es que decidí escribir este post de “no hacer nada”. Vivimos en un mundo en constante movimiento, y al estar inmersos en él siguiendo el estándar que indica la sociedad, no nos damos cuenta que nos dejamos llevar por una corriente infinita de actividades a completar y una “to-do list” que nunca acaba.

Crédito de fotografía: RDNE Stock project

En este preciso momento, siento que estoy a tiempo de aprender a “no hacer nada”. Y ¿por qué digo “aprender”? Porque realmente creo que es algo que nunca antes he hecho en mi vida. Lo más cercano al “no hacer nada” era tomar unas vacaciones, y, si lo pienso bien, no es necesariamente “no hacer nada”, ya que para unas vacaciones debe haber planeación previa, compra de boletos de avión, investigación de lugares turísticos a conocer… y es aquí nuevamente donde comienza a crearse “LA TO-DO LIST”.

No digo que de aquí en adelante esté “sin hacer nada” de manera indefinida. Solo pienso que es importante aprender a tomar un buen y merecido descanso, desconectarnos de nuestras actividades cotidianas de vez en cuando, aprender a estar en silencio, sentados, tomando una taza de té o café sin algo específico a completar o hacer.

el arte de no hacer nada
Crédito de fotografía: Angelina Kichukova en Unsplash

Esta semana decidí que mi forma de practicar y aprender a “no hacer nada” será iniciar la siguiente semana con esta mentalidad de no exigirme demasiado y dejarme llevar por el flujo del día. Sí mantendré una rutina saludable (seguir haciendo ejercicio por ejemplo) para dar cierta estructura a mi día, pero fuera de eso simplemente quiero ir con el flujo del día y ver hacia dónde me lleva ese estado.

¿Alguno de ustedes ha tenido dificultad para “no hacer nada”? ¿Qué recomendarían para iniciar en esa aventura de realmente descansar y recuperar energías? ¿Cómo logran que la mente esté tranquila y no divague al “no tener” algo específico qué hacer? ¡Me encantaría escuchar sus opiniones!

“En la vida todo es equilibrio. No siempre es necesario estar haciendo cosas. A veces está perfectamente bien, y es absolutamente necesario, desconectarte, relajarte y no hacer nada”.

Lori Deschene
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3 comentarios en “El arte de no hacer nada”

  1. Pingback: ¿Qué hacer cuando mi mente divaga? – Tarde de té

  2. Pienso que «no hacer nada» es más bien una situación en la que no estás obligado a hacer algo específico y puedes apapacharte haciendo cosas que a ti te satisfacen (incluso irse a dormir una buena siesta significa «hacer algo»).
    No crees?

    1. Primero que nada ¡muchas gracias por leer mi post!

      ¡Claro! ¡Totalmente de acuerdo! «No hacer nada» es estar en una situación en la que podemos permitirnos realizar actividades con el propósito de descansar y relajarnos (como lo es tomar una siesta), sin seguir una agenda o un plan definido y ¡sin sentirnos culpable por darnos ese apapacho que nos merecemos!

      Investigando más sobre este tema, encontré que los holandeses utilizan la palabra «niksen» que literalmente significa «no hacer nada». Para ellos, practicar niksen puede ser simplemente escuchar música, ver los alrededores o estar sentado tomando una taza de café… es simplemente «estar». Interesante ¿no?

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