¡Hogar, dulce hogar! Este lunes regresamos a casa y, aunque nos sentimos algo cansados, estamos muy contentos de estar de vuelta. Como he mencionado en otras ocasiones, la primera semana siempre es la de readaptación a nuestros horarios y rutinas, de ver qué pedimos de comer en lo que nos motivamos a hacer el súper, de regresar todo a su lugar y ¡lavar la ropa sucia! y de tratar de no exigirnos demasiado pero tampoco dejarnos caer por el cansancio porque luego se vuelve aún más complicado volver a activarnos.
El regresar a nuestro departamento después de no haberlo habitado por más de una semana, resulta en una sensación curiosa en cuanto al entorno y espacio… no sé cómo explicarlo pero es como “retomar” nuestra vida de hace unas tres semanas. Siempre que hacemos viajes largos tratamos de dejar el departamento lo más limpio y ordenado posible para que al regresar nos sintamos cómodos. Además, me he dado cuenta que nos sirve de motivación para intentar mantenerlo de esa forma y regresar todo a su lugar más rápido, evitando así el “síndrome de procrastinación y maletas regadas semi abiertas en el piso”.
Otra cosa que noto en cuanto entramos a nuestro departamento es ¡que nuestras plantitas no están! Nuestras plantitas siempre están en la cocina y hacen que nuestro ambiente se sienta y se vea más vivo. Sin ellas, se nota como que algo nos falta… La ausencia de nuestras plantitas me recuerda que definitivamente hemos pasado algo de tiempo fuera y que es momento de traerlas de vuelta de casa de mis papás (su segundo hogar temporal) para que se reincorporen a nuestro hogar. Y ahora que he hecho mención de la palabra «hogar», viene la siguiente pregunta…
¿Qué es un hogar para mí?
Por alguna razón, todo esto me hizo recordar aquella vez que escribí sobre mi “nuevo hogar” en mi post de “¿Exigirte o descansar?”. En aquel post escribí: “[…] hacer check-out a la hora indicada y transportarnos a nuestro “nuevo hogar” (término que prefiero utilizar dado que estaremos unas cuantas semanas por aquí y me gusta sentirme como en casa aunque mi espacio físico sea distinto)”.
Es por esto que podría decir que el lunes dejamos nuestro “hogar temporal”, también conocido como hotel de larga estancia, para regresar a nuestro hogar, para referirme a nuestro departamento. Sé que quizás esto puede sonar bastante confuso, así que seré más concisa. Para mí, “mi hogar” no es solamente el lugar físico en el que vivo o me encuentro, sino es más bien esa sensación de calidez que un lugar brinda, es sentirme como en casa, estar rodeada de aquellos a quienes más amo, estar cómoda y tranquila.
Algo que me ha llamado mucho la atención es que desde que comencé a acompañar más seguido a mi esposo en sus viajes de trabajo, poco a poco he logrado sentirme “como en casa” sin importar en dónde me encuentre.
¿Qué cosas hacen que un lugar se sienta como un hogar?
En este último viaje me di cuenta de qué cosas son las que me ayudan a sentirme de esta manera y quisiera compartirlas con ustedes.
Colores cálidos
Por lo general me ayuda que la habitación del hotel tenga colores cálidos además de áreas definidas para cocinar, comer, trabajar y descansar.
Música
Asimismo, he confirmado (nuevamente) la importancia que tiene la música en mi vida. En el viaje que hicimos a mediados de abril de este año compramos una bocina pequeña para poder llevarla a viajes fácilmente, y… ¡es una maravilla! En los viajes de trabajo de mi esposo, yo paso la mayor parte del tiempo en el hotel y me gusta escuchar música todo el tiempo. Solía escuchar música usando mi celular, pero honestamente el sonido a través de la bocina es mil veces mejor, llena todo el cuarto… y esto es algo que me ayudó mucho en este viaje que hicimos. ¡Increíble cómo algo tan pequeño puede hacer una enorme diferencia en mi estado de ánimo!
Mi café favorito
Otra cosa que me ha ayudado es ¡llevar mi café favorito! Aunque quizás no sepa exactamente igual a como lo preparo en casa (por el tipo de leche), marca una diferencia.
Mi familia y amigos
Por último, pero no por ello menos importante, contar con mi familia y amigos más cercanos me ayuda a sentirme conectada y presente sin importar la distancia gracias a la tecnología. Una videollamada/llamada con mi mamá, mi papá, mi hermana o mi mejor amiga es una excelente forma de pasar tiempo de calidad y sentirme como en casa aún en la distancia.
Reflexión final
Estoy muy feliz de estar de vuelta en nuestro departamento y estar escribiendo aquí de nuevo. Me encanta estar aquí porque puedo convivir físicamente con mi familia y amigas, puedo tener reuniones espontáneas con mi mamá, cuidar a mis plantitas y prepararme frappés… puedo apreciar todo lo que tengo aquí con una perspectiva nueva. Pero así como me encanta estar aquí, también disfruto cuando estoy fuera de casa con mi esposo, explorando una nueva ciudad, aprendiendo nuevas cosas sobre mí, sabiendo que también puedo sentirme como en casa.
«Puedes tener más de un hogar. Puedes llevar tus raíces contigo y decidir dónde crecen»
Henning Mankell